top of page
Furtivos, de José Luis Borau:
La fuerza del simbolismo

 

 

Furtivos pertenece al mejor arte y al mejor cine, a ese que dice más por lo que calla que por lo que efectivamente muestra en pantalla, más por lo que insinúa que por lo que expresa explícita o verbalmente. Su guion hace uso de recurrentes y poderosos simbolismos: algunos de ellos, además del bosque y su evidente significado, la caza legal y su equivalente fuera de la ley en la caza furtiva; las alimañas, que impiden la caza de los representantes del poder que van a casa de Martina, y los así llamados alimañeros, representados por Ángel. Estos animales tienen su mayor exponente simbólico en la loba en que Martina descarga finalmente su rabia y su frustración sacrificándola a escondidas. Y es que Gutiérrez Aragón y José Luis Borau, en efecto, muestran a Martina conceptuando a Milagros como a una alimaña que amenaza la presa que le pertenece y que, trágicamente y siguiendo el universal mito edípico, es su propio hijo. Además de este simbolismo más profundo, la caza representa también el poder de los estratos políticos que juegan en aplastante superioridad de condiciones sobre los animales sujetos a su capricho. Al aparecer un magnífico ejemplar, un ciervo macho, el gobernador exclama: «Ahí está, ¡qué hermosura!». Sin embargo, esa hermosura no se concibe para ser contemplada o admirada, sino expuesta como trofeo y señal de una superioridad que no es más que fingida. Pero, en otra expresiva metáfora, finalmente ese animal no será cazado por el gobernador, sino por Ángel. 

 

En el tratamiento sumamente realista que hace Borau de los personajes no utiliza una identificación predominante, sino una perspectiva alternada que favorece el distanciamiento y nos hace ser testigos e incluso jueces de los hechos presenciados. Como auténtica obra de arte, además, no nos ofrece nada que se parezca a una moraleja, sino más bien la complicación de la misma existencia y de las relaciones humanas con sus múltiples facetas, y deja que sean esos mismos hechos los que hablen por sí mismos a nuestra conciencia.

 

Hay que destacar, además, la excelente calidad de la banda sonora que exhibe esta memorable cinta, calidad en la mezcla de sonido de la que ojalá el cine español actual tomara buena nota, optando, eso sí, por el doblaje de los propios intérpretes en los frecuentes casos en que los diálogos no son perfectamente claros o audibles.

 

 

Valoración * * * *

Anchor 4
bottom of page